domingo, 1 de septiembre de 2013

almería

Tenía la vereda repleta de pequeños puestos de venta de pescado, en uno de los cuales compraba una bolsa de calamares para hervir antes de freír. La calle era de agua, y tenían un faro de oro, donde toda la riqueza del pueblo se almacenaba. Nuestro hotel estaba revestido de madera, y tenía como decoración posters de motivos náuticos en las paredes.

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